TU LENGUA

 TU LENGUA 

¡Estás ahí!

Apoderándote del pudor incitante de mis piernas.

Invadiéndome con tu lengua venenosa,

 como una hiedra que trepita sin piedad,

por el torrente de los deseos esponjosos de la pared,

elevando mis furores a la dimensión de una ebriedad taciturna,

descabellada de delitos y de voces reprimidas que exigen la razón.

Hurtando el gemido revoltoso que eleva los poros

abriendo las bocas del pensamiento,

esas, que cubren de besos las feromonas

cuando tus labios me rozan una  y otra vez

como a un nenúfar abierto sobre el río de los afanes

 y me despeina,

encorvando mi cuerpo a tu calor.

Entregando mis pasiones a la brisa desvergonzada que acaricia

mientras los temblores  en el  vientre van desarticulando las horas

que alcanzan a beber de los manantiales de mi pecho,

como dos copas de vino que se elevan a la gloria de tus labios,

al roce de tus manos que no dejan de circular por los escondites de mis bosques

arropados de rojizos como una puesta de sol con perfiles de  sereno.

¡Estás ahí….!

Y mi boca entreabierta de imploraciones espera tus labios

para fundirse en esa braza de desvelos que nos entrega la noche.

En esos susurros de amor que se calcinan al vaivén de la entrega,

bebiendo tu cuerpo despacio con las llamas de mi lengua que osan devorarte como al leño,

 hasta fundirnos en un solo eco.

Un eco que lleve nuestros nombres.