¡Hace calor!
En las espigas de mis piernas
que se enredan a sus brazos.
En las superficies de mi piel
que se mueren por sus labios,
y en este laberinto,
donde despiertan,
mil latidos
al tocarnos.
¡Hace calor!
En el vientre,
en la ropa,
en las formas
y sus ojazos.
¡Hace calor!
Y yo me derrito,
en la pasión de esperarlo.
Escrito por : Rosa de la Aurora