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sábado, 26 de agosto de 2017

A CORAZON ABIERTO


A CORAZÓN ABIERTO


Soy la caricia  distante de un eco sin nombre;
la pluma mágica de un ensueño que no paga aranceles,
cuando al escurrirme entre tu boca
degusto con delicia los néctares de tu risa
y me pierdo en la insensatez de una piel desnuda de placeres
que hace ondas en mi vientre plagado de mariposas .


Soy el pecho jugoso que atormenta  tus labios infames,
despojándome de la decencia de las  prisas
y de los tacones de un  ayer iracundo
que te adjudican como el único heredero
de las mieles de mi nombre
y la humedad de mis ávidas huellas .


Soy un verbo exudado que se desplaza  con hambre por tu cuerpo,
recogiendo con su lengua  las sales del orgasmo;
un enjambre voraz  de azules caricias,
desatadas de amor sobre las grietas de tu pecho, 
como una fuente inagotable de mordiscos atrevidos 
que calcina y  evapora  la  dermis del éxtasis
saciando los arrebatos del deseo
y bebiéndose entre una cálida corola rosa
 el amor a besos.

.





jueves, 24 de agosto de 2017

AMARGOS RECUERDOS


AMARGOS RECUERDOS 



Me asalta la indefinida forma de la oscuridad, 
con sus atosigantes tentáculos  
hurgando hasta el infinito pensamiento 
y abriendo con un golpe en el pecho
la fosa deforme de los leones.

El gruñido de sus fauces
 desespera la epidermis del inquilino que habita mi cuerpo,
llenándolo de dolorosos surcos que ahuyentan mi sueños.

Caigo.
Soy un misil impropio condenado a la autodestrucción,
al ensanchamiento del abismo que un nuevo día me regala
sin color ni forma,
ahogándose en el tic- tac de un reloj que no tiene clemencia
ni con el silencio.

Suspiro.
 En el  cadavérico segundo del impacto con la muerte
reconozco que su rostro es demasiado espantoso y deprimente.
Que sus huesudos brazos son una fría fosa a la que no quiero regresar.

He pagado ya mi cuota compuesta de momentos
y levantando de nuevo la mirada me aferro a un globo,
que al estrujarlo contra el pecho,
esboza una sonrisa con sabor a despertar.



sábado, 19 de agosto de 2017

EMA Y SANTI ( Cuento corto con moraleja)

EMA Y SANTI 
(La naturaleza es un tesoro invaluable)


Ema, la perezosa, con sus ojos tristes y mojados por una lágrima, miraba con desgano desde lo alto de una copa,  la construcción de la nueva  carretera.

El silbido de los árboles al caer, las ruidosas moto sierras y el aleteo de cientos de aves abandonando sus nidos, aún calientes, por la ternura de sus polluelos despojados de plumaje, era algo que la atormentaba. Ema, se sentía incapaz.

Con su paso lento y el pequeño Santi sobre su espalda, anhelaba tener alas para poder, así, escapar de la atrocidad del hombre. 

Aquellos pequeños y coloridos duendecillos eran como una especie de termitas ruidosas, capaces de devorarlo todo.

La tarde caía. La llegada de la noche anunciaba que era hora de buscar nuevas fuentes de alimento o Santi, pasaría muchas penurias, lo que podría afectar su tierno desarrollo.

¡Sujétate fuerte! – Dijo con voz temblorosa y decidida. 

Descendió por el árbol con todas sus fuerzas y así poner a salvo a su pequeño.

Los ojitos de Santi chispeaban en la oscuridad. No podían comprender el apuro de su madre, ya que para él, ella era su casa, su alimento, su abrigo. Junto a ella, todo estaba más que  bien.

Largo tiempo de caminata le esperaría a Ema, pero valdría la pena.

Caminó y camino entre la negra noche siguiendo sus instintos, los cuales la llevaría a unas ricas hojas donde al fin serían felices.

De pronto, sin siquiera percatarse, apareció frente a sus ojos aquella senda sin árboles que había sido talada y representaba todo un reto para Ema. Ya no podía verla desde la copa. Ahora estaba allí, sin protección, a punto de cruzar un tramo que sentiría eterno.

Miró, escuchó. Todo era silencio. No se movía ni una hoja aquella noche, así que tomó aire y de un impulso retomó su camino.

Caminó unos metros pero de pronto, entre la oscuridad, escuchó un estruendo. Vio como un par de ojos brillantes la embestían con su fuerza, mientras la espesa noche se iba llevando muy lejos los gritos de Santi que con un dejo desesperado decían:

-¡Háblame, mamá! ¡No me dejes por favor!

Las horas pasaban lejanas para el pequeño que con lágrimas en los ojos y el corazón henchido de dolor esperaba despertar de aquella horrible pesadilla.

Una hora era demasiado tiempo sin escuchar a su madre, ni abrazarla, pero ésta, luchaba en la cama de una veterinaria a la cual fue transportada inmediatamente por el conductor del vehículo, quien era el jefe de la construcción y se disponía esa noche  a revisar la zona, ya que habían tenido un retraso de labores.

A las ocho de la noche, Ema despertó y un par de días después ya estaba lista para regresar al bosque. Afortunadamente el impacto no fue de gravedad, pero significó una gran lección para aquella persona, quien decidió desviar la carretera, para no sacrificar aquella hermosa montaña. 

Fue una gran alegría. Reunió al personal para acompañar a Ema en su liberación y  así darles la noticia, por lo que en medio de aplausos, dejaron a los perezosos  disfrutando en lo alto de una copa un manojo de felicidad, mientras la sensatez y el amor a la naturaleza se abría paso en sus corazones.