Crecieron las rosas de mi
estancia,
posando en tus ojos mis desvelos,
zurciendo los minutos a las horas,
dulce, azul de mis miedos…
Y te miro en el vacío repentino,
en que repican las campanas de la
noche,
anhelando la piel de mi delirio,
en tus brazos; música de mis
acordes.
Donde libo tu sentir tan dulce,
como néctar que explora los
sentidos,
y gotea por el surco de la boca,
lento y plácido en suaves latidos.
Augurando nuestro encuentro
vespertino
que esponja la sábanas de lino,
declinando silenciosas y pausadas
en cada beso… Soy más fuego sobre
tu almohada…
Gratos deben ser esos encuentros Vespertinos que inspiran estos ardientes y pasionales versos,
ResponderEliminarFidelidades por partida doble, admirada Poeta, por esos encuentros donde tu fuego crece y otra la bella forma de decirlo.
Así es estimado amigo, muy gratos han de ser... Por suerte la poesía es todo un mar de inspiración para abarcarlos... Un gran gusto tu hermoso comentario. Un abrazo!
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