ME INCITAS
A beberme con los ojos tus caprichos
y perderme sigilosa en tus delirios,
bañándome en sudores casi oblicuos
de las ganas de tragarme tus instintos.
Lamiendo de tu labios lo fortuito
que ha dejado el águila en su vuelo repentino,
dibujando con sus garras de granito
la pasión que cala hondo con atino.
Exhalando entre mi hálito bendito
feromonas aromadas como lirios,
viajando directo al infinito
envuelta en el fuego de los cirios
de tu cuerpo que es candela de delito
donde pierdo la razón de mi vestido
anclando mis uñas si es preciso
a la varonil espalda de Cupido
para derretirme cual granizo,
en tu cuerpo, amado mío.
