JAMÁS MENTÍ.
Jamás mentí,
cuando tus ojos me clavaron tu mirada
cuando tus ojos me clavaron tu mirada
y el mundo se llenó de campanas
preñadas de dulces melodías
que a mis oídos besaran.
Jamás mentí,
porque mis latidos fueron brújulas ancladas
a tu pecho que me dio la estocada
más grande de amor y sueños
que mi alma deseara.
Jamás mentí,
pero tenías miedo a admitirlo
y fue más fácil huir con el llanto
de añejas y viles mentiras
guardadas en tu saco.
Jamás mentí,
pero tus manos me arrancaron
de tu risa y de tu encanto
con argumentos inválidos
de verdades faltos.
Jamás mentí,
cuando dije:
- Te amo,
pero hoy…
¡Qué más da!
Ya me has dejado.